01 kwietnia 2002

Con los pobres de la tierra – el profeta Amós.

Uno de los aspectos más importantes y actuales del mensaje de los profetas es su denuncia de las injusticias. Tres profetas son especialmente famosos por su crítica social: Amós, Isaías y Miqueas. Aunque no aparezca colocado en el primer lugar entre los libros proféticos, el libro de Amós es el primer libro profético escrito y con él se inicia una nueva tradición literaria en el Antiguo Testamento – la tradición profética. Pero antes de estudiar el libros de Amós, preguntémonos quién fue y cuando y dónde vivió el profeta llamado Amós.


El mundo de Amós

Después de la muerte del rey Salomón, la nación israelita se dividió en dos reinos: el reino de Israel o del Norte, y el reino de Judá o del Sur. A ambos de estos reinos tenemos que hacer relación al hablar de Amós, quien nació en un pequeña aldea del reino del Sur llamada Técua, situada a unos 17 kilómetros al sur de la capital del reino de Judá, Jerusalén, pero ejerció su misión de profeta en el reino del Norte.

A lo largo de sus dos siglos de existencia (931-720), el reino del Norte, Israel, contó con tres capitales, que se fueron sucediendo como residencia de los reyes. La primera capital del reino del Norte fue la ciudad de Siquén. Después la capital se traslado a Tirsá y de allí a Samaría que no sólo fue la última y la más importante, sino también la más lujosa de todas.

En tiempo de Amós Samaría fue gobernada por el rey Jeroboam II. Bajo su gobierno, entre los años 783 y 743 antes de Cristo, el reino del Norte vivió un tiempo de relativa tranquilidad en sus fronteras, ya que su principal enemigo, el imperio asirio, estaba muy ocupado en la guerra contra Damasco. Esto le permitió a Jeroboam II alcanzar un auténtico “milagro económico: Israel recuperó los territorios perdidos y vivió una época de gran prosperidad económica. Abundaron numerosas y lujosas construcciones, crecimiento agrícola, progreso de la industria textil...

Pero este lujo se consiguió, en gran parte, a costa de los sectores más modestos de la población, especialmente del campesinado, que atravesó un momento muy difícil en aquella época. Fue justo un campesino, Amós, quien comenzó a hablar en nombre de todos los oprimidos y marginados de aquella época.


Vocación de Amós

Amós describe su vocación, es decir, la llamada de Dios que él sintió, en apenas dos versículos de su libro (Am 7,14-15). Cuando Amasías, el sacerdote del santuario de Betél, acusa a Amós de estar conspirando contra el rey Jeroboam II y le dice que se vaya a “profetizar” y a “ganarse el pan” en Judá, su país, y que no profetice más en Betél, Amós le responde: “Yo no soy profeta ni uno de los hermanos profetas; soy simplemente un hombre que tiene sus vaquitas y unas cuantas higueras. Yavé es quien me sacó de detrás de las ovejas y me dijo: «Ve y habla de parte mía a Israel, mi pueblo»” (Am 7,14-15).

De esta respuesta de Amós a Amasías, podemos sacar tres elementos muy importantes que caracterizan la vocación de los profetas y la vocación de Amós en especial:

  • Dios llama a un hombre sencillo, del pueblo:

Amós responde a Amasías que él no es “profeta ni hijo de profeta”, es decir, no es un “profeta profesional”; es un cuidador de ganado y un cultivador de higos. Amós deja bien claro que para él profetizar no es una profesión sino un auténtica vocación, un llamado irresistible de Dios.

  • Dios llama en medio del trabajo ordinario de cada día:

Amós fue llamado por Dios mientras estaba trabajando en el campo, cuidando su ganado; allí recibió su misión de profetizar a su pueblo, Israel.

  • La llamada de Dios es irresistible:

Cuando Dios llama, nadie puede sentirse indiferente frente a este llamado. Esta experiencia fuerte e irresistible de sentirse llamado por el Señor, es expresada por el propio profeta Amós con estas palabras:

¿Emprenden, acaso, dos hombres juntos el camino sin haberse puesto antes de acuerdo? ¿No ruge el león en la selva porque ha cazado una presa? ¿No resuena en su guarida el rugido del cachorro porque tiene algo que comer? ¿No cae un pajarito en la trampa porque alguien la ha armado antes? ¿Se levanta del suelo una trampa antes de que haya caído algo? ¿Resuena la trompeta en una ciudad sin que se alarme toda la población? ¿Sucede alguna desgracia en un pueblo sin que venga del Señor?

En realidad, el Señor Yavé no hace nada sin comunicárselo antes a sus servidores, los profetas. Así como nadie queda impertérrito al oír el rugido del león, así tampoco se negará nadie a profetizar cuando escucha lo que le habla el Señor” (Am 3,3-8).


Las denuncias de Amós

Todo el libro de Amós se podría resumir en una sola palabra: juicio. No se trata de un tribunal común, sino más bien de un proceso de Dios contra su pueblo, en el cual Amós hace de vocero de Dios. El profeta emplea en su libro una estrategia que envuelve a sus oyentes y lectores, sin dejarles escapatoria posible. Comienza hablando de los errores y pecados de otras naciones, los vecinos de Israel, pero a medida en que avanza el mensaje del profeta, el cerco se va apretando poco a poco hasta llegar a Israel, a quien finalmente dedica la mayor parte de su mensaje. ¿Cuáles son las principales denuncias de Amós? Sin duda alguna, para conocerlas, habrá que leer su libro – corto y apasionante. Pero para “despertar el apetito” podemos resumir todas las denuncias de Amós en cuatro:

  • la crítica al ejército y al militarismo

La crítica al ejército abre el libro de Amós. En sus “oráculos contra las naciones” (Am 1,3-2,16) Amós enfatiza las atrocidades cometidas por los ejércitos: poblaciones enteras de campesinos son torturadas o deportadas, se desgarra el vientre de mujeres embarazadas, tumbas familiares son profanadas... Todo esto se hace para llevar a cabo los planes bélicos de los reyes y sus ejércitos.

  • la crítica a la religión oficial

Amós no teme decir que el culto en los santuarios de Betel y Guilgal sirve de máscara para esconder y justificar la práctica de la injusticia. Es el pecado de las personas de “buena conciencia” que acostumbran separar la religión de la vida cotidiana. Hasta podría decirse que el culto sirve para engañar a Dios y tratar de sobornarlo. Según las palabras de Amós, los grandes santuarios son frecuentados por los que transforman las leyes en algo tan amargo como el ajenjo y tiran por el suelo la justicia (Am 5,10).

  • la crítica a las clases dominantes

A los que gobiernan Israel, a la corte y la nobleza de Samaría, Amós les echa en cara su vida de grandes lujos y placeres y dice que van a ser juzgados por su falta de sensibilidad con el prójimo: Tendidos en camas de marfil o arrellanados sobre sus sofás, comen corderitos del rebaño y terneros sacados del establo, canturrean al son del arpa y, como David, improvisan canciones. Beben vino en grandes copas, con aceite exquisito se perfuman, pero no se afligen por el desastre de mi pueblo (Am 6,4-6).

  • la crítica a la corrupción económica, jurídica y moral

Las denuncias más fuertes de Amós se centran en varios aspectos de la vida social de Israel, que podríamos resumir en una palabra – corrupción: “venden al inocente por dinero y al necesitado por un par de sandalias, pisotean a los pobres en el suelo y les impiden a los humildes conseguir lo que desean. Padre e hijo, faltándole al respeto a mi santo Nombre, tienen relaciones con la misma mujer (Am 2,6-8).


A pesar de todas estas crítica y amenazas, Amós les invita a los habitantes de Israel a convertirse y cambiar de vida; les abre una puerta a la esperanza: Busquen el bien y no el mal si quieren vivir, para que así Yavé esté con ustedes, como de continuo repiten. 15 Aborrezcan el mal y amen el bien, impongan la justicia en sus tribunales, y quizá Yavé Sabaot se apiade del resto de José (Am 5,14-15).


Reflexionemos:

- ¿En qué contexto social surge el profeta Amós?

- ¿En qué circunstancias recibe la llamada de Dios?

- ¿Cuáles son sus principales denuncias?

- ¿Qué nos enseña el profeta Amós? ¿Cómo actuaría hoy?


Juan Stefanów

Centro Bíblico Verbo Divino

director@verbodivino-ecu.org


* Este artículo está basado en el libro de Alejo Quiñónez y Juan Fernando López, Amós y Miqueas, dos profetas campesinos, publicado por el Centro Bíblico Verbo Divino en la Colección Biblia Nº 72.