01 maja 2002

El profeta Oseas – la vida hecha oráculo.

Hablando de las diversas formas de anuncio del mensaje profético (en el número de “Anunciar” del mes de febrero), decíamos que una de las formas frecuentes que usaban los profetas para trasmitir su mensaje fueron las acciones simbólicas. Entre las historias de los profetas habíamos visto como el profeta Isaías caminaba descalzo y desnudo (Is 20), Jeremías realizaba varios gestos con un cinturón de lino (Jer 13,1-11), destrozaba una jarra de loza (Jer 19,1-11), caminaba cargando un yugo en su cuello (Jer 27, 1-3.12)... Sin embargo, el más radical de los profetas en cuanto a acciones simbólicas es el profeta Amós. ¿Por qué? – porque ha hecho de su vida entera toda una acción simbólica; se ha convertido en el símbolo viviente del amor de Dios hacia su pueblo.


El mundo de Oseas

Nacido en el reino del Norte, Oseas es contemporáneo de Amós, ya que comenzó a predicar bajo Jeroboán II y su ministerio se prolongó bajo los sucesores de aquel rey. Pero parece que Oseas no ha presenciado la ruina de Samaría en el año 721. Todo este periodo fue una época muy turbulenta para Israel: conquistas asirias de 734-732, revueltas interiores, cuatro reyes asesinados en quince años, corrupción religiosa y moral...


Vocación y vida de Oseas

Oseas se había casado con una mujer a la que él amaba y que lo abandonó. Pero el profeta siguió amándola y volvió a tomarla por esposa después de ponerla a prueba. La dolorosa experiencia del profeta se convierte en símbolo de la conducta de Yahvé con su pueblo:

Cuando Yavé comenzó a hablar por medio de Oseas, le dijo al profeta:

«Vete y cásate con una de esas mujeres que se entregan a la prostitución sagrada y ten hijos de esa prostituta. Porque el país se está prostituyendo al apartarse de Yavé.»

Fue, pues, y se casó con Gomer, hija de Diblayim, quien quedó esperando y le dio luego un hijo. Yavé entonces le dijo: «Ponle el nombre de Jezrael, porque dentro de poco haré pagar a los reyes de la familia de Jehú la sangre que derramó en Jezrael y no habrá más reyes en Israel. Vendrán días en que yo haré que Israel sea derrotado en el valle de Jezrael.»

Nuevamente Gomer quedó embarazada y dio a luz una niña. Y Yavé dijo a Oseas: «Ponle el nombre de No Amada, porque yo no seguiré teniendo más compasión de Israel para seguir perdonándolo.»

Cuando la niña ya estaba grandecita, Gomer quedó embarazada otra vez y dio a luz otro hijo. Y dijo Yavé: «Ponle el nombre de No mi Pueblo, porque ustedes no son mi pueblo y tampoco Yo Soy para ustedes.» (Os 1,2-9).


La vida entera de Oseas se convierte en un solo gesto profético. En el libro de Oseas, por primera vez en toda la Biblia, se presenta la relación entre Yavé y el pueblo de Israel en términos de una relación de pareja. Casándose con una prostituta, Oseas quiere denunciar la infidelidad del pueblo de Israel frente a Yavé, su Dios, y las trágicas consecuencias de esta infidelidad. En su matrimonio con Gomer, su esposa infiel, Oseas ha tenido tres hijos, cuyos nombres simbólicos significan la ruptura progresiva de Dios con los israelitas. El primer hijo, Jezrael, expresa la ruptura de Dios con la dinastía de Jehú – Jezrael es el nombre de la residencia de los reyes donde el rey Jehú mató a la Jezabel, la mujer del rey Ajab y a todos sus descendientes (2 Re 9,15-10,14). El nombre de la niña siguiente, “No Amada” (o “No Compadecida”), da a entender que Dios no se compadece de Israel ni lo perdona. El nombre del tercer hijo, “No mi Pueblo”, significa la ruptura de la Alianza entre Dios y su pueblo. Ya no tiene más validez la Alianza entre Dios e Israel: A ustedes los tomaré para pueblo mío, y seré Dios para ustedes (Ex 6,8). Dios ha abandonado al pueblo de Israel a causa de sus infidelidades.

Todos los oráculos del profeta Oseas, recogidos en el libro que lleva su mismo nombre, girarán en torno al tema de la infidelidad y perdón, expresado y personificado en la vida diaria del profeta.


El mensaje de Oseas


El punto principal de la denuncia de Oseas es la idolatría. Igual que una mujer infiel a su marido se va detrás de otros varones, de la misma manera el pueblo de Israel se va detrás de otros dioses: ¿No era ella la que decía: «Déjenme partir con mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mis bebidas?» Pero ella no sabía que era yo el que le daba el trigo, el vino y el aceite y quien le proporcionaba en abundancia la plata y el oro que empleó para fabricar sus Baales”.

Sin embargo las denuncias de Oseas no son definitivas. El mensaje que trasmite este profeta a su pueblo no es una condena definitiva. A pesar de los graves errores del pueblo, Dios está dispuesto a darle una nueva oportunidad, igual que Oseas le da la posibilidad de conversión a su esposa infiel.


  • La conversión que lleva al perdón


Yavé me dijo: «Vuelve a querer de nuevo a tu mujer, que te ha engañado con otro, así como Yavé ama a los hijos de Israel a pesar de que lo han dejado por otros dioses y les ofrecen tortas de pasas.»

Recuperé, pues, a mi esposa, pagando por ella quince monedas de plata y una carga y media de cebada. Y le dije: «Te quedarás aquí conmigo mucho tiempo, sin ofrecerte a nadie y sin traicionarme con ningún hombre, y yo me portaré igual contigo.»

Porque también por muchos días los hijos de Israel quedarán sin rey, sin jefe, sin sacrificios, sin piedras sagradas, sin consultas a Yavé y sin ídolos para proteger la casa.

Después volverán los hijos de Israel, buscarán a Yavé, su Dios, y a David, su rey. Cuando llegue el momento acudirán llenos de respeto a Yavé para recibir sus beneficios.


Una vez más queda patente la misericordia de Dios. Cómo dice nuestro refrán popular: “Dios aprieta, pero no ahoga”. El mensaje del profeta sus denuncias y amenazas tienen un objetivo claro: lograr la conversión del pueblo. Oseas, consciente de que al abandono de Dios por parte del pueblo de Israel tiene como consecuencia solo males – asesinatos, injusticias, explotación – quiere que el pueblo vuelva a su Dios para poder vivir una vida digna, igualitaria, como en los tiempos después del Éxodo, cuando todos eran iguales y Dios era el único padre y Señor de Israel.


  • El rostro materno de Dios.

Hablando del amor, de la misericordia y del perdón de Dios hacia su pueblo, el profeta Oseas nos ha dejado una hermosa imagen de Dios: Dios Madre de Israel:


Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Pero mientras los llamaba yo, más se alejaban de mí. Ofrecieron sacrificios a los baales y quemaron incienso ante los ídolos.

Yo, sin embargo, le enseñé a andar a Efraím, sujetándolo de los brazos, pero ellos no entendieron que era yo quien cuidaba de ellos. Yo los trataba con gestos de ternura, como si fueran personas. Era para ellos como quien les saca el bozal del hocico y les ofrece en la mano el alimento.

Pero, ya que no han querido volver a mí, volverán de nuevo a Egipto y tendrán por rey a Asiria. La espada arrasará sus ciudades, exterminará a sus hijos y se saciará con sus fortalezas.

Mi pueblo está pagando ahora su infidelidad, pues invocan a Baal, pero nadie lo ayuda. ¿Cómo voy a dejarte abandonado, Efraím? ¿Cómo no te voy a rescatar, Israel? ¿Será posible que te abandone como a Adma o que te trate igual que a Seboím? Mi corazón se conmueve y se remueven mis entrañas. No puedo dejarme llevar por mi indignación y destruir a Efraím, pues soy Dios y no hombre. Yo soy el Santo que está en medio de ti, y no me gusta destruir” (Os 11,1-9).

Un Dios Madre, que ha dado vida a su pueblo, lo ha visto crecer, lo ha educado y llevado a la edad adulta, no puede condenar definitivamente a su hijo. Siempre tiene perdón para él. Así es nuestro Dios: es la Madre que nos ama y perdona siempre.



Reflexionemos:

- ¿Qué es lo más característico del profeta Oseas?¿De qué manera trasmite él su mensaje?

- ¿Cuáles son sus principales denuncias?

- ¿Qué nos enseña el profeta Oseas? ¿Cómo actuaría hoy?


Juan Stefanów

Centro Bíblico Verbo Divino

director@verbodivino-ecu.org