01 listopada 2002

¿Qué nos diría Isaías?

En el Anunciar del mes de junio habíamos conocido ya a Isaías, el profeta del sur de Israel, contemporáneo de Amós y Oseas. Isaías nació alrededor del año 760 antes de Cristo y su vida y actividad profética se desarrollaron en el siglo VIII antes de Cristo. ¿Por qué volvemos entonces a hablar de nuevo de este profeta? Pues resulta que unos 200 años después de su muerte, cuando terminó exilio en Babilonia, un grupo de profetas anónimos toma el nombre de Isaías, para transmitir un mensaje profético al pueblo de Israel. Encontramos este mensaje en los capítulos 56-66 del libro de Isaías. No era la primera vez que se hacía esto. Ya antes, en la época de exilio un profeta anónimo, a quien llamamos ahora el segundo Isaías, hizo lo mismo. Su mensaje se encuentra en los capítulos 40-55 del libro de Isaías.


La época de postexilio.

El exilio en Babilonia fue una experiencia muy dolorosa para el pueblo de Israel. De un momento a otro se habían encontrado en tierra extranjera y despojados de todo lo que les identificaba como el pueblo de Dios: estaban sin tierra, sin templo y sin rey – elementos visibles de la alianza establecida con Dios. El exilio duró casi 50 años, es decir, toda una generación. En el año 538 antes de Cristo, Ciro, rey de Persia, venció y conquistó definitivamente al imperio Babilonio y devolvió la libertad a los judíos que se encontraban en aquellas tierras. Ciro promulgó un decreto oficial donde ordenaba que los israelitas regresaran a su tierra e invitaba al pueblo persa a ayudarles en la restauración de la ciudad de Jerusalén (Esd 1,2-4). De esta manera comienza una nueva etapa en la historia del pueblo de Israel: la restauración.

La dolorosa experiencia del exilio ha dado origen a una intensa reflexión teológica en esta época de restauración. Se trataba de explicar las causas del desastre del exilio. El diagnóstico, fruto de esta reflexión, fue claro y categórico: Dios nos ha castigado porque hemos abandonado sus leyes (Bar 1,15-3,8). Este diagnóstico tuvo después su repercusión a la hora de proponer los diferentes programas de reconstrucción del pueblo. En la época de restauración podemos hablar básicamente de tres propuestas diferentes de reconstrucción:

  • la propuesta de Zorobabel y Josué (Esd 3,1-13), que se centraba en la reconstrucción de las estructuras externas: las murallas de la ciudad, el templo, las instituciones...

  • la propuesta de Esdras (Esd 9,1-2; 10,2-4; Neh 13,23-27), que partía de la pureza de la raza y de las tradiciones,

  • la propuesta profética que llamamos la propuesta de Tercer Isaías (Is 56-66), que era la única que ofrecía una alternativa novedosa y universal.


Jerusalén, luz de las naciones.

El profeta seguidor de Isaías se siente llamado a recuperar el ideal del Año Jubilar para infundir esperanza al pueblo de Israel. A él pertenece el famoso texto citado en parte por Jesús en la sinagoga de Nazaret:

El Espíritu del Señor Yavé está sobre mí,

porque Yavé me ha ungido.

Me ha enviado con buenas noticias

para los humildes, para sanar los corazones heridos,

para anunciar a los desterrados su liberación,

y a los presos su vuelta a la luz.

Para publicar un año feliz lleno de los favores de Yavé,

y el día del desquite de nuestro Dios.

Me envió para consolar a los que lloran

y darles a todos los afligidos de Sión

una corona en vez de ceniza,

el aceite de los días alegres, en lugar de ropa de luto,

cantos de felicidad, en vez de pesimismo (Is 61,1-3).

En su mensaje al para el pueblo de Israel en el proceso de reconstrucción este profeta dice que Dios les está dando una nueva oportunidad de establecer alianza con él. ¿Por qué? Porque los conoce y los ama:

Debido a su maldad, me enojé por un momento, y escondiéndome, le pegué con rabia cuando él, porfiado, continuaba en sus andanzas preferidas. Sin embargo no lo he olvidado. Yo le devolveré la salud, lo alentaré y lo ayudaré a recuperarse. Y a los que lloraban haré que les brote la risa de sus labios: ¡Paz, paz al que está lejos y al que está cerca!, dice Yavé. Sí, yo te voy a sanar (Is 57,17-19).

Un aporte novedoso de este profeta es su apertura universal. El amor de Dios no se dirige ya exclusivamente hacia el pueblo de Israel, sino que abarca a todos los pueblos:

Ahora vengo a reunir a todos los pueblos de todos los idiomas. Y cuando vengan, serán testigos de mi gloria. Yo haré un prodigio en medio de ellos y, luego, mandaré los sobrevivientes hacia todas las naciones y las islas más lejanas que no saben de mi fama ni han visto mi gloria (Is 66,18-19).



Recordemos:

- ¿Qué problemática vivió el pueblo de Israel después del exilio?

- ¿Qué propuestas de reconstrucción surgieron en el pueblo?¿En que se centraban?

- ¿Cuál es la propuesta del Tercer Isaías para el pueblo de Israel?

- ¿Qué nos inspiran los seguidores de Isaías a nosotros hoy?


Juan Stefanów

Centro Bíblico Verbo Divino

director@verbodivino-ecu.org