01 czerwca 2003

Caigamos en manos del Señor...

El que vive eternamente todo lo creó por igual,

sólo el Señor puede ser proclamado justo.

A nadie concedió el poder de anunciar sus obras,

¿quién podrá descubrir sus maravillas?,

¿quién podrá medir su inmensa grandeza?,

¿quién podrá narrar sus misericordias?

No hay nada que quitar, ni nada que añadir,

y no se pueden descubrir las maravillas del Señor.

(Sir 18,1-6)


Jesús Ben Sira, el sabio israelita que alrededor del año 180 antes de Cristo dio la forma decisiva su libro, conocido ahora como el “Eclesiástico”, en sus reflexiones resalta muchas veces la misericordia de Dios. La vida de este sabio se enmarca dentro de la ocupación de Israel por el Imperio Griego. En esta época de la ocupación griega se puso a prueba la fe del pueblo de Israel.


Dios nos ha abandonado”...

Los ocupantes griegos tenían interés en hacer perder a los judíos, habitantes de Palestina, su fe en Yavé y convertirlos en seguidores de los dioses griegos. El menor gesto de resistencia era castigado con la pena de muerte. El único consuelo de los judíos fue la esperanza en que Yavé, el Dios de Israel, en su misericordia no permitiría que su pueblo fuera llevado al exterminio. Sin embargo no todos tuvieron la fe tan firme. Muchos judíos, desilusionados por la falta de respuesta de Yavé a las abominaciones del ejército invasor, renegaron de su fe y comenzaron a seguir las costumbres y los dioses de los griegos. Ben Sira no comparte esta postura y demuestra su desaprobación de este tipo de comportamiento. El segundo capítulo de su obra critica a los judíos que pierden la esperanza y trata de reforzar la fe de sus hermanos judíos en la misericordia de Dios:

¡Ay de los corazones cobardes y las manos perezosas,

y del pecador que actuá con doblez!

¡Ay del corazón decaído, que no tiene fe!,

porque no será protegido.

¡Ay de ustedes, los que han perdido la esperanza!

¿Qué harán cuando el Señor venga a examinarlos? (Sir 2,12-14).

Según este sabio judío, la fe en Dios exige sacrificios. Las dificultades de la vida no sólo no pueden debilitar nuestra fe, sino que son ayuda para que esta se fortalezca y se haga más fuerte. Dios permite y tolera estas pruebas que ayudan a clarificar nuestras opciones y nos ayudan a acercarnos a Dios con más convicción:

Hijo, si te acercas a servir al Señor,

prepara tu alma para la prueba.

Endereza tu corazón, mantente firme,

y no te angusties en tiempo de adversidad.

Pégate a él y no te separes,

para que seas exaltado en tu final.

Todo lo que te sobrevenga, acéptalo,

y en las humillaciones, sé paciente.

Porque en el fuego se purifica el oro,

y los que agradan a Dios, en el horno de la humillación.

Confía en él, y él te ayudará,

endereza tus caminos y espera en él (Sir 2,1-6).


La Biblia fuente de esperanza.

Según Ben Sira las personas que conocen a Dios, saben que él no abandona a sus hijos e hijas. En momentos de adversidad los creyentes permanecen fieles a Dios porque saben que él premiará más tarde su fidelidad con beneficios mucho más superiores que las penas y sufrimientos que les toca ir superando en este tiempo de adversidad:

Los que temen al Señor, aguarden su misericordia,

y no se desvíen, no sea que caigan.

Los que temen al Señor, confíen en él,

y no les faltará la recompensa.

Los que temen al Señor, esperen bienes,

gozo eterno y misericordia (Sir 2,7-9).

¿Pero en qué basa Ben Sira la fuerza de sus convicciones? Indudablemente la rica experiencia de su vida le ha ayudado a clarificar y fortalecer su fe. Basta leer Sir 51,13-22 para saber cuánto se ha esforzado Ben Sira para conseguir la sabiduría divina. Pero la fuente principal desde la cual este sabio alimenta su fe es... la Biblia. Leyendo las páginas de la Escritura, conociendo la vida de las generaciones más antiguas de los creyentes en Dios, Ben Sira descubre que Dios nunca ha abandonado a quienes han puesto su confianza en él:

Fíjense en las generaciones antiguas y vean:

¿Quién confió en el Señor y quedó defraudado?

¿Quién perseveró en su temor y fue abandonado?

¿Quién le invocó y fue desatendido?

Porque el Señor es compasivo y misericordioso,

perdona los pecados y salva en tiempo de desgracia (Sir 2,10-11).


Abandonémonos en la misericordia del Señor.

Fortalecidos con la Palabra de Dios los creyentes están en condiciones de superar las dificultades de la vida diaria. Nuestro Dios, fiel y misericordioso, que ha escuchado en el pasado el clamor de los oprimidos y los ha liberado, sigue y seguirá siempre actuando de la misma manera, porque él es fiel y no puede negar a si mismo. Esta experiencia de Dios ayuda a los creyentes a no desesperarse, a mantenerse fieles al Dios y a su proyecto, y ser para las demás personas ejemplo de fe y confianza en Dios:

Los que temen al Señor no desobedecen sus palabras,

los que le aman guardan sus caminos.

Los que temen al Señor buscan su agrado,

los que le aman cumplen su ley.

Los que temen al Señor tienen el corazón dispuesto,

y se humillan delante de él.

Caigamos en manos del Señor y no en manos de los hombres,

pues como es su grandeza, así es su misericordia.

(Eclo 2,15-18).



Reflexionemos:

- ¿Qué sentido damos los creyentes en Dios a los sufrimientos de la vida diaria?

- ¿de que manera la Biblia nos ayuda mantener viva y fuerte nuestra fe?

- ¿de qué manera nuestra fe en Dios nos ayuda a vencer las dificultades de la vida ?



Juan Stefanów

Centro Bíblico Verbo Divino

director@verbodivino-ecu.org