01 listopada 2003

Salvados gratuitamente en Cristo...

1Y a ustedes que estaban muertos en sus delitos y pecados,

2en los cuales un tiempo caminaron

según la corriente de este mundo,

según el príncipe de la potencia del aire,

el espíritu que actúa ahora en los rebeldes...

3entre los cuales también todos nosotros nos encontrábamos en otro tiempo

en medio de las concupiscencias de nuestra carne,

siguiendo las apetencias de la carne y de los pensamientos,

destinados por naturaleza, como los demás, a la ira...

4Pero Dios, rico en misericordia,

por el gran amor con que nos amó,

5estando muertos a causa de nuestros delitos,

nos vivificó juntamente con Cristo

-por gracia han sido salvados Ustedes-

6y con él nos resucitó y juntamente nos hizo sentar

en los cielos en Cristo Jesús,

7a fin de mostrar en los siglos venideros

la sobreabundante riqueza de su gracia,

por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

(Ef 2,1-7)


San Pablo ha experimentado en su vida, más que nadie, la sobreabundante riqueza de la Gracia de Dios. Él mismo se considera como un aborto (1 Cor 15,8) que ha sido rescatado a la Vida, por la misericordia de Dios. Esta experiencia personal lo ha convertido en gran admirador y propagador de la Gracia de Dios. En todas sus enseñanzas y en todos sus escritos insiste en la gratuidad del amor de Dios y contempla las maravillosas obras salvíficas, que realiza Dios a través de u gracia. En todas las cartas de la tradición paulina, la palabra “gracia” aparece... ¡108 veces! Para Pablo, el amor gratuito de Dios y sus frutos en la existencia cristiana, es uno de los puntos claves de la experiencia cristiana. Esta convicción la trasmitió el Apóstol a sus discípulos y a las comunidades por él fundadas. La carta a los efesios, a la que Pablo inspiró, pero que fue escrita en su versión final por sus discípulos, recoge y refleja el punto central de la vivencia cristiana: el cambio radical que se produce en la persona que haya experimentado en su vida la acción de la gracia de Dios.


1. Un antes y un después

Pablo, y la Carta a los Efesios sobre todo, divide la historia humana en dos tiempos: uno antes y otro después de la muerte/resurrección de Cristo. La intervención de la misericordia de Dios es el centro de la vida cristiana y la fuente de vida para él.


a) El pasado de muerte

El estado espiritual del ser humano fuera de Cristo se presenta como situación de muerte: ustedes que estaban muertos en sus delitos y pecados, en los cuales un tiempo caminaron según la corriente de este mundo (Ef 2,1). Antes de la intervención de Dios, la humanidad caminaba en delitos y pecados, es decir vivía en un estado permanente de falta de Vida. Su “patrón” no era Dios, sino las fuerzas del mal, presentadas en la Carta a los Efesios como el “el príncipe de la potencia del aire”, según las creencias de la gente de aquella época. Los hombres seguían la corriente del mundo, preocupados y empeñados en seguir las apetencias de la carne y de los pensamientos (Ef 2,2).


b) La intervención misericordiosa de Dios

La nueva realidad, se presenta en oposición radical a la situación anterior. En nuestro texto tomado de la Carta a los Efesios esto se refleja con un fuerte “pero” (Ef 2,4). El que lleva la humanidad de la muerte a la vida es Dios, rico en misericordia. Dios, movido por el gran amor con que nos amó (Ef 2,4), pone en practica, una vez más, su misericordia y da la vida al ser humano que estaba muerto. Esta afirmación de la Carta a los Efesios nos recuerda la escena del libro del Génesis, donde Dios llena con el soplo de vida al ser humano que era una muñeco de barro que estaba sin vida (Gen 2,7).

El fruto de la misericordia de Dios es la doble glorificación del ser humano:

  • comienza a vivir juntamente con Cristo

  • es sentado en el trono celestial juntamente con Cristo

Nuestro texto subraya que el ser humano, glorificado por Dios, comparte el destino con Cristo Jesús, cabeza de todas las cosas (Ef 1,10). Toda esta nueva realidad es obra gratuita, bondadosa y desinteresada de Dios, quien está actuando por pura gracia (Ef 2,5), con la finalidad de que esta gracia sobreabundante sea conocida y de frutos en los siglos venideros (Ef 2,7).


2. Elección y tarea

El autor de la Carta a los Efesios deja bien claro que si bien la intervención misericordiosa de Dios abarca al mundo entero, no todos los hombres la aceptan. Muchos, en su obstinación, se cierran a la bondad de Dios y viven en la actualidad la situación de muerteel espíritu que actúa ahora en los rebeldes... entre los cuales también todos nosotros nos encontrábamos en otro tiempo (Ef 2,2-3). que vivían antes los que ahora son cristianos:

Podemos decir entonces, que en Cristo y en los cristianos bautizados, que han aceptado en sus vidas la obra salvadora de la misericordia de Dios, se está realizando plenamente la existencia humana, llamada a participar y gozar de los frutos de la sobreabundante gracia de Dios. Esta nueva realidad, iniciad a por Cristo, se extiende hasta la eternidad. Pero no podemos olvidar que en el mundo existe todavía la realidad de muerte, porque muchos hombres se cierran a la gracia y misericordia de Dios. De ahí nace la tarea para nosotros, los cristianos, de testimoniar el amor de Dios, para que los demás descubran la bondad y la misericordia de Dios y entren también en la nueva realidad donde puedan realizar plenamente su existencia humana.



Reflexionemos:

- ¿Cómo ha cambiado la existencia humana con la muerte/resurrección de Cristo?

- ¿Cómo se realiza en tu vida la obra de la misericordia de Dios?

- ¿Cómo testimonias tu frente a los demás el amor y la bondad de Dios?



Juan J. Stefanów, svd

janstef@poczta.onet.pl